
Unos dicen que la política es el arte de lo posible o el arte del poder. Otros dicen que es el arte de gobernar una nación. Otros que es el arte del bien común. En fin, nos queda claro que es un concepto inherente al ser humano. La política es una acción exclusivamente humana, una actividad que organiza y promueve el buen desarrollo de la vida, el bien común, la vida feliz de todos los miembros de una nación. Es una acción que beneficia siempre a todo el colectivo.
No obstante, en el Perú pareciera que entendemos al revés lo que es la acción política. Sigue gobernando la criollada política. Para la mayoría de políticos y políticas del Perú, parece que la acción política significa llegar al poder, al Gobierno, robarle al Estado, hacerse ricos con el dinero del Estado y con la instrumentalización de las instituciones en beneficio personal o familiar. Muy lejos de ser aquel concepto que significa la búsqueda del bien común, del buen vivir de toda la nación peruana como un solo colectivo político o social.
En el Perú, las y los individuos que llegan al poder, utilizan la política como escalón para el enriquecimiento personal y familiar. Se llega pobre al poder político y se sale con cuentas llenas para que varias generaciones de sus familias no trabajen más. Está demás mencionar aquí nombres que todos y todas ya conocen. Desafortunadamente, en nuestro país no se hace política porque se tenga convicciones ideológicas, sino porque se mira al estado como una presa que hay que devorar todo lo que se pueda mientras se está en el poder. Ojalá hubiese convicciones ideológicas en los partidos políticos. Si las hubiera se llegaría con una propuesta de país, de nación; una propuesta de crecimiento para todos y todas.
La presidenta Dina Boluarte no ha podido aún explicar el millonario desbalance entre sus cuentas declaradas antes de ser autoridad política y los ingresos que hoy tiene; tampoco ha podido explicar esa ostentación de joyas y relojes costosos que no se corresponden con sus ingresos como presidenta. Asimismo, la semana pasada también nos enteramos que 53 legisladores aumentaron su patrimonio desde que asumieron el cargo.
Mientras eso ocurre en nuestros gobernantes, el INEI nos informa que los porcentajes de niños y niñas de 6 meses a 3 años que sufren anemia se ha incrementado a 43.6%; es decir, casi la mitad de la niñez está en situación de anemia. Claro está que la población más pequeña no está accediendo a alientos ricos en hierro y tampoco a servicios de agua saludable.
La población en general no está accediendo a alimentos de calidad yen cantidad. En el 2023, el 26% de la población peruana pasó al menos un día si comer por falta de recursos económicos. Ese mismo año, el 24% de la población limeña dice que paso hambre y lo mismo le paso al 27% de la población en provincias. Solamente el 53% de peruanos/as en el 2023 afirmó haber consumido tres o más comidas al día.
Es decir, el Perú se encuentra en una situación de vulnerabilidad alimentaria por el encarecimiento de las cosas. Las remuneraciones salariales llevan congeladas hace varios años. Hay una crisis alimentaria producida por esta recesión económica. Y nuestros gobernantes de turno, sin vocación para ejercer el poder que ostentan, siguen trabajando solamente para sus intereses personales y grupales.
¿Hasta cuándo les permitiremos ese poder?