Solo entre enero y marzo del 2018, la región Piura registró un total de 1.561 embarazos en niñas y adolescentes (10 a 19 años), según estadísticas de la Dirección Regional de Salud (Diresa). De esa cifra, lo más preocupante es que 19 son niñas entre 10 y 13 años.
De estas 19 niñas, ocho viven en la provincia de Piura, siendo Tambogrande el distrito con mayores casos: 5 en total. La segunda provincia es Sechura, con 5 casos, seguida de Talara y Ayabaca, con dos casos cada una.
Luego está Morropón y Paita, con una niña embarazada en cada provincia, mientras que Huancabamba y Sechura no registra ningún caso similar.
La cifra de 1,615 casos de embarazo adolescente en la región Piura se completa con 782 adolescentes de 14 a 17 años y los 814 casos de adolescentes de 18 a 19 años.

Del 2015 al 2017
Si hacemos un balance de la cantidad de adolescentes embarazadas en la región Piura del 2015 al 2017, la Diresa registra 18.166 menores de 10 a 19 años embarazadas. De estos casos, 159 fueron niñas de 10 a 13 años; 7.822, adolescentes de 14 a 17 años; y 10.185 eran adolescentes de 18 a 19 años.
La provincia que encabezó la lista fue Piura, con 6.948 niñas y adolescentes embarazadas. Seguido de Sullana (2.922); Ayabaca (1,676); Morropón (1.497); Huancabamba (1.405); Paita (1.382); Talara, (1.226); y Sechura (1.110).
En cuestión de distritos, Tambogrande es el que más adolescentes embarazadas ha registrado: 1,532. Secundado de los distritos de Piura con 1,375 casos, Sullana con 1,253; Castilla con 1,147 y Paita con 932 casos.
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Para la directora del Centro Ideas, Milagros Mendoza Urbina, el embarazo en niñas menores de 14 años en su mayoría es producto de una violación.
Según un estudio de dicha ONG, la mayoría de los casos de embarazos adolescentes (10 a 19 años) ocurrió en hogares violentos. “El 70 % de las niñas que tratamos dijeron que en su familia recibían un trato violento por parte de su papá y mamá”, comentó Mendoza.
Otro resultado detectado es que las adolescentes embarazadas no tienen una adecuada información sobre educación sexual y reproductiva en sus hogares, mucho menos en sus centros educativos. Además, proceden de zonas muy pobres donde no suele haber servicios básicos y hay una gran dependencia del padre, hermano, primo o tío.
“Todas estas condiciones ubican a la menor en una situación vulnerable. La violación el punto final de todo un proceso de violencia expresado inicialmente en acoso y agresión”, explicó Milagros Mendoza.